martes, 11 de enero de 2011

...¿Quien...eres...tú?


...¿Dónde vas, Alicia?

Preguntó el señor Oruga, a la niña que corría a través de los rosales.

Alicia corría, corría sin detenerse, como la Reina Roja le dijo, tras el Conejo Blanco.



Pero éste era más veloz que Alicia. Todo era tan rojo como la Reina, todo rojo... Rojo su pelo, roja su ropa,
rojas las rosas.

Bajando por la escalera en espiral, hacia un mundo desconocido. ¿Quién la seguiría hacia la madriguera? Nadie.


En el fondo, en lo más profundo, estaba sola en un sueño, perdida en un ajedrez eterno, donde el jaque a la Reina
se pagaba con la cabeza. Ni la Liebre le hacía reír, ni el Dodo la hacía soñar.

Sólo seguía al Conejo, corriendo, corriendo, como el peón de la Reina.

Y en un estanque en forma de corazón se vio reflejada. ¡Quien era la Reina, sino ella!

Qué engañada estaba.

Pintó todas las rosas rojas, pintó el agua de sangre. El País de las Maravillas era suyo.

¡Ay, Alicia! ¿Cuál fue tu camino?


¿Quién eres tú?- Preguntó el señor Oruga, que ya no reconocía a quien tenía frente a sí.

...Y el espejo no habló.


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