domingo, 21 de marzo de 2010

La Brecha de Colores

Cuentan las leyendas que hace muchos, muchos años; en una aldea costera, poco antes del Equinoccio de Primavera, comenzaron a surgir monstruos de colores del suelo. La gente del pueblo se sorprendió, al ver dragones violetas correteando entre perros de tres cabezas y ojos enormes. Era como si alguien hubiera abierto el grifo de los dibujos animados en la plaza del pueblo, que poco a poco, se cristalizaban en figuras de cartón. Ninfas y serpientes, viejos y damiselas, aparecían del suelo, corrían un poco, y se convertían en estatuas de colores.

El chamán de la aldea se acercó a estas figuras, y se dio cuenta de que mostraban aquello que los vecinos no querían ver; las vergüenzas del pueblo estaban plasmadas de forma satírica en aquellos seres de otro mundo, de otro tiempo, en cartón de colores. La gente miraba con curiosidad el fenómeno, ya que al fin y al cabo, no todos los días podía uno verse a sí mismo haciendo las cosas más absurdas y vergonzosas de la existencia.

El Equinoccio se acercaba, y las figuras seguían allí, plantadas, mostrando sus ojos brillantes y sus poses imposibles. Entonces el chamán se dio cuenta de que algo malo ocurría, perdían color. Investigó la llama, el viento, el mar y la tierra; y descubrió que aquellas figuras estaban muriendo...

¿Era justo dejar morir aquellos seres de color? ¿Era indispensable que todos los males que representaban alimentaran el suelo de la aldea? No. Así pues, decidió que era hora de liberarlos de su cárcel de cartón, y dejarlos flotar, con la promesa de arreglar todos aquellos problemas de los que eran espejo.

La noche anterior al Equinoccio, convenció a los aldeanos para que quemaran aquellas imágenes de cartón, y entre las llamas, el chamán vio cómo los espíritus del cartón volaban hacia el cielo en el humo.

Poco a poco, los aldeanos comenzaron a acostumbrarse a la súbita aparición de los seres, año tras año, en la plaza de la aldea, en cada encrucijada de camino, en cada patio, y repetían el ritual del chamán, liberando sus almas.


Dicen que, hoy en día, en una gran ciudad de la costa del Mediterráneo, poco antes del Equinoccio del Primavera, se abren brechas a otro mundo en el cruce de las calles y plazas, y surgen bestias de colores.

Hay quien las llama Fallas.