domingo, 20 de febrero de 2011

La Chica que espera


Sentada sobre una roca, en lo alto de la colina, esperaba.

A qué, a quién, no lo sabía. Sólo había tenido un sueño que la había despertado, y le decía "espera, pronto llegará". ¿O era "pronto volverá"? Nunca lo sabría. Esperaría hasta el fin del mundo, hasta el fin de los tiempos. Las estrellas morían en los cielos, desintegrándose en su eterna y fría explosión lenta y deslumbrante, iluminando la noche, mientras la luna seguía su menguante sonrisa como un gato risón.


Esperaría. Esperaría siempre, paciente, mientras los girasoles agachaban la cabeza. Tal vez algún día podría sentir su mano apoyada en su mejilla, su mirada atravesándola. Ahora, hasta que llegase ese momento, seguiría aguardando el segundo brillante en el que brevemente posara sus ojos en ella, iluminándola durante un instante fugaz.


Con suerte, recibiría una sonrisa de sus labios, premiando su paciencia. Ni siquiera le pediría que recordase su nombre. Ni siquiera esperaría que estuviera a su lado. Sólo una mirada, sólo una sonrisa. Un instante que se congelaría en el tiempo, helándose en su memoria para no perderlo jamás.

Entonces, su espera habría dado fruto.




No hay comentarios:

Publicar un comentario