Cabalgaré sobre las colinas
de hierba fresca cubiertas de rocío.
El pelo rojo al viento
como una hoja llameante.
Cabalgaré, y de mi garganta
el aullido del trueno llamará a la tormenta.
Deja que mi manto flote
sobre la niebla mañanera.
Cabalgaré sin miedo, desnuda y sin vergüenza.
Cabalgaré sin tregua.
Y mis ojos decidirán
el que viva, o el que muera.
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