miércoles, 4 de julio de 2012

Ordesa y Monte Perdido

Por fin, hemos ido a Ordesa.

Esta semana están Nana y Vicente en casa, y como Paco está de maniobras en Candanchú, tomamos el ejemplo y nos fuimos ayer al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

No, no encontramos el Monte, los Cazadores de Montaña aún están en su búsqueda. Sigue Perdido. (Chistaco).

Después de un viajecito interesante por el Valle de biescas, nos metimos en la Comarca de Sobrarbe y llegamos a Torla. Me quedé un poco con las ganas de visitar el pueblo, que tenía una pinta maravillosa, pero lo dejo para otra visita. Allí, como es verano y las visitas al Parque se controlan (no puede haber más de 1800 personas dentro del Valle), cogimos un autobús que nos llevó hasta la Pradera.

Y madre del amor hermoso, qué carretera. Los quitamiedos son irónicos. Quitamiendos de madera. Más que quitar miedo, lo meten.

Así que llegamos a la Pradera de Ordesa (un prado precioso, surcado por un río que será el protagonista de mi excursión), y después de hacer los correspondientes pipis, y de preguntar el horario de la tienda de regalos (souvenir for the win), empezamos el ascenso. En un primer momento queríamos ver la cascada de la Cola de Caballo, y tomamos el sendero (ancho y muy bien cuidado), que bordea el río.

Es algo increíble. Bosques de bojs, hayas y abetos, con el sendero serpeando por dentro, lleno de pajarillos y demás, pero bueno, no es nada que no se pueda ver en las fotos. No es un camino especialmente complicado, pero sí es necesario ir mentalizado y con una forma física más o menos decente.Abstenerse vagos, ¡casi todo es ascenso!

Pese a su aparente dificultad, la recompensa es incalculable. Unas vistas maravillosas, un aire puro que huele a vida, y la gratificante sensación de estar en un lugar único. Sólo hay que ver las fotos.







Nana y Vicente
















 Una yo feliz :D
















Pies a remojo!

























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