lunes, 9 de julio de 2012

Burgos!

...¿Por dónde empezar?

Este fin de semana he estado de viaje. Esta vez, he ido a Burgos.

¿Por qué Burgos? Diréis. Bueno, pues porque había sido invitada a las II Jornadas de Manga y Ocio Alternativo de Burgos, organizadas por ACNIL. Iba de la mano de la Librería Avalon, una estupentástica librería especializada, regentada por Raquel e Iván, que se portaron conmigo de maravilla.

Pero no adelantemos acontecimientos, empezaré por el principio.

Era una calurosa tarde en la Antigua Grecia... Ah, no perdón, eso era de otra cosa.



El viernes, cuando Paco terminó de trabajar, nos recogió Sobrino que es uno de sus compañeros. Los tres empezamos el largo viaje hacia Burgos. Madre del amor hermoso, qué terrible. ¡La carretera del Pantano de Yesa es lo peor! Curvas, curvas y más curvas, hasta que por fin llegas a Pamplona y te metes en una larga autovía que cruza Navarra, Álava y finalmente llega a Burgos.

Nada más llegar, Sobrino nos dejó en un centro comercial, para que comiésemos algo, ya que él había quedado con su novia para pasar el finde. Y ahi estábamos, zampando como cosacos antes de ponernos a investigar aquella ciudad que Paco no había visitado nunca, y que yo hacía diez años que no pisaba.

...Y resultó que estábamos en la punta contraria de Burgos, de donde nos alojábamos. Tuvimos que cruzarnos, cansados y a pie, toda la ciudad. Eso sí, permitió que Paco empezase a ver que aquella ciudad, lejana y extraña para él, era algo más de lo que había pensado.

Llegamos agotados al hostal (un lugar muy bien cuidado y económico, pese a estar lejos del centro), y cenamos algo, antes de irnos a dormir. El día siguiente iba a ser muuuuy ajetreado.



A la mañana siguiente, nos tocó volver a echar mano de Google Maps (gracias, San Iphone), para llegar al recinto de las jornadas, El Hangar. Un antiguo hangar de trenes reconvertido en sala de conciertos, tipo Greenspace, pero en reducido. Cuando llegamos allí, tuve la extraña y agradable sensación de haber retrocedido cinco años en el tiempo. Videojuegos, rol, cosplay, softcombat, lolitas... ¡Aquello era mi ambiente! Una sonrisa se dibujó en mi cara cuando vi mis libros en un stand. Y sí, acabé en el stand alegremente, haciendo de fanzinera, digoooo, de autora, todo el rato atendida por Marta, de la Organización ACNIL, y por Raquel e Iván, de la librería Avalon.
Nos mezclamos con los frikis (que son ESTUPENDOS en Burgos), hubo toñas con espadas de gomaespuma, y bueno, conocí a los otros dos autores (Carlos y Carlos María), que fueron MUY atentos conmigo en todo momento. Y poco más tarde de las 4, hicimos la pequeña presentación. ¿Papeles? Ni los usé. Lo que tenía preparado era para un público más aburrido, y lo que había frente a mi era gente de mi palo. Así que ni corta ni perezosa, les llamé frikis y les insté a que siguieran leyendo, a que dieran el primer paso, a que se atrevieran a ser como eran. Y al bajar... A firmar libros. Hubo una venta suficiente para que me quedase contenta (la verdad, es que con uno sólo, me daba con un canto en los dientes. No esperaba vender absolutamente nada), y allá a las 8 nos fuimos. Estaba agotada.

Aprovechamos para salir a cenar por Burgos, y a enseñarle lo poco que recordaba de la ciudad. A qué mala hora. Paco ya está deseando volver. Espadas, morcillas, cuchillos y mil recuerdos variadísimos que estaba deseando llevarse, aparte de la ciudad en sí, que lo ha conquistado a él.

Cenamos en un sitio llamado "La Cantina del Tenorio", un bar que no es especialmente barato, pero cuya calidad es... Bueno, difícil de superar. Qué chuletillas de lechal, qué hamburguesa de buey... Qué bravas. Se me hace la boca agua de recordarlo. Y así, bien cenados y contentos, volvimos al hostal. Al día siguiente tendríamos un día entero para pasarlo bien.


Y qué bien lo pasamos, callejeando por Burgos, tomando granizados y aprovechando las terrazas y el buen tiempo. No pudimos entrar en la Catedral, no nos llegaba el presupuesto, pero nos hemos vuelto cargados de morcillas, y deseando volver. Aparte, comimos en un sitio llamado "El Pueblo", que por 12 euros por cabeza nos pusimos las botas a base de huevos rotos con patatas y morcilla, en mi caso, y con jamón en el suyo. Divinísimo. Por la tarde, volvimos al lejano centro comercial donde quedamos con Sobrino, cenamos algo ligero, y a las 8 estábamos en el coche, de vuelta.

Adiós Burgos. Adiós gentes. Os echaremos de menos.


Y GRACIAS.


Un abrazo:



Paula



(Fotos hechas con Instagram, que mola más)


Arco de Sta. María.


Casa del Cordón


Ábside y cimborrio de la Catedral 


Detalle del Teatro de Burgos- Art nouveau


Simpático Reloj en la Plaza del Cordón


Cestería.


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