lunes, 28 de marzo de 2011

A tu lado.

Un acceso de risa incontrolable
sacude mi cuerpo
con una convulsión alegre
que semeja el canto de un río joven.

Mis ojos se llenan de luz
cuando rozan, aunque sea de lejos
la piel de tus brazos
(¡oh, amor, tus brazos cálidos!)
que me rodean en las noches tibias.

¡Qué dicha, solo de tenerte!
¡Qué alegría, tu mirada tristona
que refleja con un brillo travieso
lo que realmente piensas!

Me perderé en el bosque de tus silencios
en el mar de tus (incontenibles) palabras.
Y caminaré, a tu lado,
como siempre,
hacia... ¿Quién sabe?

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