En un suspiro se deshizo.
Etérea, sueño. Descalza para sentir
la tierra que pisaba.
En una mirada estaba la esencia.
Ese aroma que se evaporaba
como el olor de una fresa.
No existía, pero sí.
No sabía quíen era.
Era un grito, un murmullo.
No era.
Era un secreto.
Un misterio que se ocultaba
entre las ramas de un cerezo rosa.
Ronroneando un sueño.
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